la música que mueve

Recuerdo que los viernes y sábados se nos pasaban bailando cuarteto.
Y se nos iban muriendo los cuarteteros.
Pero esta musiquita tenía roces que hasta hoy recuerdo:
El de mi boca cerca de tu cuello
y el de tu cola redonda en lo profundo del cierre de mi pantalón.
Se daban en el mismo momento,
cuando te hacía girar lentamente
y te abrazaba desde atrás,
y te retenía así un rato para halagarte.
Y vos me tirabas el cuellito para atrás…
¡qué hermoso bailabas el cuarteto!
Las curvas de tus piernas,
para un lado y para el otro.
Curva y contra curva,
como aquel camino de las sierras cordobesas.
Y más arriba los dos cerros que anticipaban tu cuello.
Tenías todo Córdoba en tu cuerpo
y lo que no tenías lo completaba la música.
¡pero qué hermoso bailabas el cuarteto!

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