resistir bailando

Caminé despacio hacia la parada del 136. En el camino compré un alfajor de chocolate y mientras esquivaba gente apurada, llegué a la fila.
Detrás del cartelito, por la ribera del cordón, había una señora flaca, un señor de traje y un elefante. Me acomodé detrás de la señora y me puse a mirar los pájaros que descansaban en los cables de la vereda de enfrente.
Dos minutos después vino el colectivo y subimos todos.
Era una mañana fresca, después de una noche lluviosa. La ruta tenía el ruido del viento y las nubes.
En un momento del viaje, nos dimos cuenta que nadie bajaba y que el chofer tenía la sonrisa más grande de la ciudad.  
Nos sentimos felices, livianos y rosados por eso  compartimos el agua de un bidón azul.
Como no sabíamos a donde íbamos el viaje era hermoso. Sentíamos olor a helado, a fútbol, a ropa lavada, a bosque.
Finalmente el colectivo se detuvo. Desde el asiento de atrás, el elefante reía y lloraba. El señor de traje tuvo que ofrecerle un pañuelo.
Se sonó todos los mocos del Oeste y se quedó con el pañuelo para lavarlo. Después nos asomamos a la ventanilla.
El nuevo horizonte era verde, con pasto en todos los bordes. Del costado donde se sentaba la señora, brotaba un árbol chiquito y al frente, lo más maravilloso; En un baile de alegría , toda la manada de trompas sueltas, aplastando el piso y la tristeza, saludaban al nuevo sol, diciendo las canciones más felices con sus gritos trompudos. Tuvimos que refregar el parabrisas para creerlo.
El elefante del colectivo, se paró, nos miró emocionado y nos dijo:
-Estoy soñando con ustedes y estoy feliz, si me despierto, voy a estar preso…
Nos guiñó el ojo, bajó por la puerta de adelante y se sumó a la fiesta.
Sus trompas gritaban de alegría y sus puños en alto, nos hicieron emocionar.
Así aguantaron, bailando en libertad, hasta que llegó la noche.
Como veían que resistían, fueron a llamar a otro elefante. 
IMAGEN : Macarena Asensio

Comentarios

Cantares ha dicho que…
De vez en cuando es bueno viajar con elefantes. Nos cambia el humor
Besos
Matias Berrondo ha dicho que…
Qué buen relato, Javi. No lo había leído.
Puede ser; quizás soñar también sea resistir.
Me divirtió mucho. Me encanta que haya elefantes que sueñen con estas cosas.
Anónimo ha dicho que…
Muy emotivo Javier. Por suerte la telaraña, los sueños y los colectivos siguen resistiendo.

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